miércoles, 26 de septiembre de 2007

Dos conceptos en la experiencia de Lectura en El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias.

Al parecer un regaño, con la insistencia implicíta de ser un huevón, es un buen incentivo para trabajar después de un mes y medio de inactividad. Por cierto, días que fueron invertidos en escribir una simple tesis. Finalmente, no escribiré nada nuevo, sino que, publicaré algo nuevo que ya había escrito.

El siguiente texto se dibuja sobre una experiencia de lectura del Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias. Dicha experiencia arroja dos conceptos que, creo, se convierten en el a posteriori de la lectura o llamémosle efectos. Los conceptos me parecen igualmente aplicables a la lectura de Pedro Páramo de Juan Rulfo o a cualquier otra que se le parezca (se aceptan sugerencias).

Empezemos con dos epigrafes:

¿Qué se llama cuanto heriza nos?
Se llama Lomismo que padece
nombre nombre nombre nombre.

(Cesar Vallejo, Poema II de Trilce).

Óigalo bien y no se ría,

que todo lo sabe la autoridad, todo, todo.

(Miguel Ángel Asturias, El Señor Presidente)

Intensidad y Desolación: dos efectos del Señor Presidente

El texto El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias abre la posibilidad infinita de decirlo todo y revelar todo lo que se puede decir sobre los dictadores en Hispanoamérica. Sin embargo, y por el lado de experiencia estética, quisiera identificar dos conceptos o efectos, si se prefiere, que, creo, se convierten en el eje sobre el cual se desarrolla la novela. Tales son: Intensidad y Desolación,

El estilo de Asturias no puede reflejar más que lo intenso de la lectura (esto en el sentido de mantenernos nuestros ojos, nuestras manos y nuestras posaderas tensas). Baste leer cualquier párrafo para experimentar las emociones internas de los numerosos personajes que aparecen en el texto. Los sentimientos esbozados en el texto son aquellos que emergen de la dualidad que existe entre la desesperación y la perversión más demoníaca. Por ello, cuando denotamos la Intensidad, son todos exacerbados, exagerados si se desea, que tienen el simple objetivo de transmitir y tensar nuestra mente al momento de ser leídos. No por nada, el Señor Presidente es un factor que tensa a los personajes, como si se tratará de un sistema de sufrimiento girado alrededor del mandatario, es decir, todo, absolutamente todo, es provocado por la maléfica figura del Señor Presidente y su omnipotente sistema político.

La Desolación bien puede ser otro efecto más dentro de los parámetros del efecto intensificatorio que el estilo de Asturias transmite, pero que aquí prefiero ver la Desolación como el aglutinamiento de la desesperación y de la perversión más demoníaca que provoca en nosotros el efecto empático de sentirnos desolados como cualquier personaje de la novela. Esto, aunado con el sistema de sufrimiento que trae consigo la figura del Señor Presidente, la Desolación vendría a relucir al pensar que la angustia de existir depende únicamente de una sola persona y no de varios factores como podrían llegar a ser la suerte o la catástrofe.