domingo, 7 de octubre de 2007

Sobre la fantasmagoría en Pedro Parámo de Juan Rulfo


En último término, puede decirse que la novela es orientada por la muerte, mientras que la narración sirve de orientación en la vida. Quien busca el sentido de la vida sólo puede hallarlo en la muerte: en ella se reconcilia por fin lo interior y lo exterior en una unidad inexpugnable. El novelista corre a lo largo del camino de la vida y se sitúa al final de él, para ver venir a su protagonista; todo lo cuenta desde el forzado escorzo de lo postrero. (Walter Benjamín, El Espectador)

En esta ocasión quisiera elucidar la idea, o más bien, el concepto que existe de fantasma o fantasmagoría en Pedro Páramo de Juan Rulfo.

Para empezar recuerdo a Walter Benjamín quien en su libro inconcluso Paris, capital del siglo XIX utiliza el término marxista de Fantasmagoría que nos recuerda la forma o experiencia en que nuestros sentidos se vuelven sensibles a la inmediatez y la presencia. Así, la idea de fantasmagoría remite a la ausencia y, paradójicamente, a lo que queda de presente en nuestros sentidos de esa ausencia.

Sin embargo, hay más cosas que elucidar dentro del concepto. Si revisamos Pedro Páramo, el eje de la novela es la experiencia postrera de la Muerte que se revela en sí como lo fantasmagórico. Las ánimas que retratan la novela y deambulan desordenadamente por todo el texto son experiencias sensibles del no poder cumplir la muerte, o sea el descanso o la inexistencia; ya sea por no poder purgar sus pecados o por el deseo de quedarse en la tierra. Es por ello que fantasma es algo ya-finito que reproduce las experiencias sensibles de la vida pasada y fantasmagoría es la manera en que se experimenta la vida después de la muerte en el mundo real.

La fantasmagoría de los personajes de Pedro Páramo consiste en permanecer encadenados a la tierra y de no poder o no querer morir. Un elemento que me parece fascinante dentro de la novela es la cuestión del Murmullo que es la reproducción oral de la misma fantasmagoría y que se traduce a la eternidad repetida de la vida de las ánimas.

No hay que dejar de notar el parentesco del fantasma de Juan Rulfo con el de Oscar Wilde: El fantasma de Canterville que se haya en la misma posición de estar encadenado a la tierra o a la realidad misma. Sólo que Rulfo es más extremo porque el fantasma de Rulfo está condenado a permanecer así mientras el que Dickens puede trascender. En este sentido la fantasmagoría en Pedro Páramo remite también a la Condena.

Finalmente, lo Fantasmagórico en Pedro Páramo confronta al lector con la Muerte y la Vida en la manera que lleva a pensar que una depende de la otra. Uno tiene que vivir porque sabe que tiene que morir. El Fantasma, por lo menos, en Pedro Páramo es la abolición de este binomio.